Al Dolci Parole se empeñan en llamarle gastro-bar, cuando es algo diferente. Es una auténtica casa de comidas italiana, con la pasta más al dente que puedas encontrar, emplatados de la mamma (sin complicarse la vida con brotes o brochazos) y con una calidad de producto fenomenal. Es un espacio relajado, con un interiorismo sin pretensiones y una pequeña y coqueta terraza.
En 2014 visité varias veces la casa de Claudio Maiorano y en ninguna he dejado de pedir el tiramisú, uno de los mejores que he probado.




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