Conozco a Sharon desde hace cinco años. Es lo que llamamos una «foodie». Trabaja en una multinacional como directora general de su región y por afición, visita restaurantes para satisfacer su curiosidad gastronómica.
Sharon es filipina, de padre chino, madre irlandesa, nacida en China, criada en Hong Kong y ahora, con base profesional en Kuala Lumpur.
Cada vez que viajo a Asia, encuentro una tarjeta de Sharon en la habitación de mi hotel, un paquete con productos que cree me pueden interesar y una lista de restaurantes «off the path» que me recomienda.
En mi último viaje a China, y coincidiendo con ella en Beijing, tomamos un café juntas en uno de los bares del hotel Grand Haytt. Le agradecí sus muestras de cariño y la invité a Barcelona.
«Te llevaré a la Bodega 1900 y a Tickets, dos restaurante de los hermanos Adrià», le dije. «Gracias, Eva, confío en tu buen criterio», me respondió, y noté que Sharon no valoraba que la invitaba a dos locales de la mejor gasto factoría del mundo.
«¿Sabes quién es Ferran Adria?», le pregunté.
Sharon bajó la mirada y me respondió timidamente. «No, no se quien es Adrià».
Sharon conoce la tortilla de patata y el jamón. Pero no sabe quien es Ferran Adria.
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(Foto hdimagesnew.com)