Las cartas son tu mejor vendedor. Además de uno de los más baratos. Susurraran al oído de los cliente los platos que les propones, y éstos las acarician, las manipulan, las tocan y las sienten. Durante unos minutos, la carta (demasiadas veces un cutre portafolio de plástico, un triste papel desnudo o una carpeta patrocinada por Viña Sol), y el cliente (con sus manos, ojos y cerebro concentrados en ella) establecen una relación íntima en la que tu objetivo es que tu cliente coma lo que tu quieres, en el orden que tu operativa mejor funciona y le invite a pedir algo más de lo previsto.
Unas cartas bonitas VENDEN MEJOR. No es necesario crear una obra de arte, pero si algo diferenciador, que llame la atención, que sea agradable al tacto, comunique bien y haga su función: vender más y mejor.
Un diseñador gráfico puede ayudarte en presentar los textos. Y para el soporte, puedo darte algunas ideas o encargar para ti unas cartas únicas.
¿Vemos un ejemplo de carta bonita, sencilla y elegante?
En Kilo at Pact (Singapore) han tratado los soportes de las cartas como una pequeña obra de arte. En las fotos se aprecia bien el trabajo de juntarlas y aplicar pintura. Como más gruesa es la madera, más potente es el efecto.
Sin duda, una solución muy low cost para unas cartas únicas y personalizadas.
En el montaje de la mesa, me parece muy interesante la disposición de los cubiertos en un tarro de cristal, y los pocos elementos presentes. Muy elegante. Fácil de hacer, solo necesitas las carpetas, unos botes pequeños de pintura, un poco de pegamento y un par de horas.
En el Post Office de Brooklyn, han trasladado el concepto “oficina de correos” a las cartas con este montaje con materiales de papelería. Sin complicaciones, bonito y efectivo.
Para menús del día, que tengan la facilidad de cambiar cada día la hoja, puedes customizar las carpetas de material de bellas artes, o ir a una estética más pop con plástico de colores.
