“Hay muchos estilos de liderazgo. Cada una tenemos el nuestro, al igual que cada uno tiene que encontrar el zapato en que se encuentra cómodo, que no le aprieta, con el que quiere salir a la calle. Para liderar no tienes por qué meterte en el modelo de otra persona. Busca tu forma. Identifícate, crea tu estilo. Haz de tu liderazgo algo personal”.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de impartir un taller de liderazgo y empoderamiento a un grupo de empresarias y ejecutivas de Panamá, en un evento precioso organizado por Brontë Conexión y ofrecido por FICOHSA. Me pareció importante recalcar que hay tantos estilos de liderazgo como personas y que no es necesario encajar en uno en concreto, como si fuéramos cromos, porque a veces me da la sensación de que todas esas clasificaciones y modelos para liderar lo único que hacen es ponernos trabas.
Hacer del liderazgo algo personal significa crear tu propio estilo, pero también tiene otro matiz que me parece muy interesante: comprometerte con tu estilo de liderazgo. Trabajarlo. Desarrollarlo. Ayudarlo a crecer y mejorar. En este artículo te ofrezco algunas herramientas para que tú también hagas de tu liderazgo algo personal.
Tres frases que me han ayudado a crecer
Santo que no es visto, no es adorado.
Si no te ven, no te conocen, no saben cuál es tu mérito ni lo que vales, nadie te tendrá en cuenta. Para liderar, la visibilidad es fundamental.
Nunca dejes que nadie tome las riendas de tu vida.
Ahí me di cuenta de la importancia de saber tomar decisiones por una misma. Sin autonomía, tampoco hay liderazgo.
No pidas permiso: pide paso.
Tú haces tu propio camino. Liderar es también saber cuál es el lugar que mereces y caminar hacia él.
Mapa para convertir el liderazgo en algo personal
Hace unos años, como directora de Guest services de un gran resort de la costa mediterránea y con un equipo de 19 personas a mi cargo, me di cuenta de que mi superior inmediato no estaba capacitado para el reto de abrir 500 habitaciones y dar el servicio que se esperaba del resort. Yo sí lo estaba. Así que decidí dar el paso y ser más ambiciosa. Me presenté ante el director general y le dije que con mi liderazgo sí tendríamos la apertura exitosa que buscábamos. El director estuvo de acuerdo conmigo y salí con el puesto debajo del brazo.
Para tomar esta decisión, necesité dos cosas: autoconocimiento y reconocimiento de mis verdaderas capacidades, y ambición. Bien modulada, la ambición es positiva. Y para liderar es imprescindible. Por eso, seamos ambiciosas si queremos liderar.
De los fracasos también se pueden obtener aprendizajes muy valiosos para liderar. Quiero hablarte de dos de mis fracasos de los que he aprendido cosas que me han ayudado a desarrollar mi liderazgo: uno está relacionado con una plataforma de cursos online y el otro es el desarrollo de la aplicación eatApp.
Del primer fracaso identifiqué que tenía que asegurarme muy bien de a qué personas sumaba a mis proyectos. En el caso de la app, entendí que no podía desarrollar negocios o proyectos que no dominaba. Cuando te metas en un proyecto, rodéate de quien sí sepa lo que tú no. Y aprende del fracaso.
Me ayuda a desarrollar mi liderazgo haber aprendido la importancia de modular cuatro aspectos: la ambición, el fracaso, la autoexigencia y la visibilidad. He aprendido que el fracaso no es nada más que el camino al éxito, por eso es necesario modular el impacto que tiene sobre nosotros. En cuanto a la autoexigencia, aprendamos a avanzar sin tratar de ser tan extremadamente perfeccionistas, especialmente nosotras. La visibilidad debemos trabajarla, impulsarla y potenciarla nosotras mismas porque, si nosotras no lo hacemos, nadie más lo hará.
Para ir modelando y diseñando el liderazgo propio, vayamos aprendiendo lo que necesitamos en cada etapa de la vida. Convirtamos el camino del liderazgo en un fascinante viaje de aprendizaje y no dejemos nunca de aprender. Mantengamos esa filosofía de lifelearning que nos permite diseñar el estilo propio de liderazgo.
Tengamos iniciativa y demostremos actitud para liderar. Y seamos conscientes de que liderar no es tomar la decisión de un día. Es casi como escribir un libro e ir construyendo un estilo propio. Tres formas de construir la bitácora personal del liderazgo son trabajar el autoconocimiento, visualizar dónde y cómo queremos llegar y, finalmente, tener visión crítica en todo aquellos que nos impide un estilo de liderazgo propio.
Acelerar para recuperar las dos vueltas de desventaja
En esta carrera hacia el liderazgo, las mujeres estamos dos vueltas atrás. Me gusta comparar la carrera hacia el liderazgo compartido y de impacto positivo con la Fórmula 1, porque pienso que es un símil con fuerza para que las mujeres entendamos cuál es nuestra posición y cómo podemos acelerar para avanzar puestos.
Esas dos vueltas de desventaja, que son algo histórico, no tienen que preocuparnos: lo que sí tiene que ocuparnos es cómo vamos a ganar velocidad para recuperar estas dos vueltas, siendo conscientes de que son dos vueltas en las que no podemos pedir a los hombres que se queden en boxes para que nosotras recuperemos.
Si no nos van a esperar para liderar, si no van a frenar, nosotras tenemos que acelerar.
Es decir: lo que tenemos que hacer es comprarnos un Ferrari – con sus cuatro ruedas de habilidades, visibilidad, ambición y voluntad de querer liderar – subirnos a él y apretar el acelerador, pisar el pedal a fondo para recorrer estas dos vueltas que nos faltan con la máxima velocidad y conseguir ese liderazgo compartido del mejor talento que tengamos para poder dar impactos positivos en nuestra sociedad.
Hagamos del liderazgo algo personal. Y, como mujeres líderes, pisemos el acelerador y contribuyamos, con nuestro liderazgo, a que nuestro sector sea igualitario y abanderado de ese liderazgo compartido y de impacto positivo que debe permear a toda la sociedad.
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