EL CÓDIGO ÉTICO DE LA HOSTELERÍA
Hace unos días vi en Twitter que un perfil llamado @NoNacionalistaX publicaba el siguiente tuit:
Es el ticket de un festival gastronómico del 22 de Junio en Casa Parrondo, una sidrería en Madrid.
Sabes que tengo una especial debilidad por esa viralidad que tienen los tickets altos (que en otras ocasiones ya he publicado, como el Caso Juan y Andrea 1 y 2 y el Caso de las Gambas de Almería), y decidí retuitearlo en mi cuenta para ver qué reacciones generaba.
Y me sorprendieron dos cosas. La primera, que a muy poquita gente pareció importarle el tema, y la segunda que varios restauradores madrileños me contactaron para comentarlo directamente conmigo.
Esa clase de restauradores serios y trabajadores, de los que no se conoce conflicto, con casas en las que se come bien, que no hacen proclamas políticas ni reivindicaciones en sus redes y que son figuras respetadas en el sector. Obviamente, mantendré su anonimato. Mi código ético defiende la confidencialidad de los datos que manejo de mis clientes y de sus opiniones y de las de aquellos que me las hacen llegar.
Entonces, y aprovechando el momento tontorrón de la siesta veraniega, ese ratito en el que divagamos en pensamientos varios, mi cabeza hizo un par de “conecting the dots” con ((tickets restaurantes + fake news + ética del sector)).
TICKETS, FAKE NEWS Y ÉTICA DEL SECTOR
Para asegurarme de que estos tres conceptos podían tener un vínculo, me fui a la Wiki. Según la Wikipedia, las fake news “son un producto pseudo periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales, cuyo objetivo es la desinformación deliberada o el engaño. Se emiten con la intención de inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o rédito político. Tienen relación con la propaganda y la posverdad. Las fake news, al presentar hechos falsos como si fueran reales, son consideradas una amenaza a la credibilidad de los medios serios y los periodistas profesionales. La difusión de noticias falsas con el objeto de influir en las conductas de una comunidad tiene antecedentes desde la antigüedad, pero dado que su alcance está relacionado directamente con los medios de reproducción de información propios de cada etapa histórica, su área y velocidad de propagación resultaba escasa en las etapas históricas previas a la aparición de los medios de comunicación de masas”.
Si, tal y como me aseguraban los restauradores con los que hablé, el ticket no pertenecía a los comensales que el tuit de @NoNacionalistaX mencionaba, la noticia encajaba perfectamente en la categoría de fake news.
En realidad, quienes sean los comensales no es importante en este artículo. Esto no va de defender o acusar a nadie, sino de reflexionar sobre cómo hacemos las cosas. Sobre un cierto código ético que creo que el restaurador debe tener.
Esas cuatro normas que te impones a ti mismo y a tu empresa y que responden a un conjunto de valores humanos, sociales y culturales, donde el respeto y la honestidad deben ser protagonistas en cualquier profesión.
Luego, y gracias a la facilidad de acceso a la información que nos proporciona internet, decidí revisar los Códigos Éticos por pura curiosidad, es decir, la parte deontológica: esa rama de la ética que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades profesionales, así como el conjunto de deberes relacionados con el ejercicio de una profesión o de varias profesiones, en las que es de vital importancia para un ejercicio colegiado como el Código de Deontología Médica del Consejo General De Colegios Oficiales De Médicos de España, el Código Deontológico del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, el de la Asociación de Marketing de España, o el de los periodistas, cuya aceptación expresa será condición necesaria para su incorporación al Registro Profesional de Periodistas y a las Asociaciones de la Prensa federadas.
Y, siguiendo con mis divagaciones en modo “conecting the dots”, recordé un caso reciente que nada tiene que ver con la posible fake new de Casa Parrondo: el del Celler de Can Roca.
Un ejemplo de ética profesional y caso de estudio que debería figurar en cualquier manual de prácticas hosteleras.
EL CASO DEL CELLER DE CAN ROCA Y EL CÓDIGO ÉTICO DE LA HOSTELERÍA
A raíz de la visita del Rey Felipe VI a Girona, con motivo de la entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona (FpdGi), y de la decisión del Ayuntamiento de Girona de que los premios anuales que se celebran cada año en el Palacio de Congresos no podrían celebrarse allí por estar el recinto en obras, finalmente se celebraron en Espai Mas Marroch, un centro del Celler de Can Roca ubicado en la Vilablareix, provocando reacciones sobre la decisión de aceptar la celebración del evento en uno de los locales de los hermanos Roca.
Los principales periódicos del país se hicieron eco de esta situación y publicaron la reacción de los cocineros: “Nosotros no tenemos que hacer política, somos cocineros. Un restaurante es hospitalidad y nosotros hacemos nuestro trabajo, que es cocinar. Y lo haremos lo mejor que podamos para todo el mundo” añadía el chef, argumentando una postura que también ha refrendado en unas declaraciones en la Cadena Cope, en las que ha señalado que la decisión de acoger la gala “ha sido por solidaridad”, ya que en ningún momento se ha pretendido hacer política. “Que nos dejen hacer nuestro trabajo y ya está, que nos dejen cocinar que es lo que sabemos hacer” añadía Joan Roca.
Y para ir acabando, que se nos va a echar la hora de la siesta encima otra vez, quiero manifestar que no conozco a Nicolás Parrondo ni he comido nunca en su casa, que no tengo por qué dudar de que se coma bien y de que sus clientes sean felices con la experiencia que propone. Que ese no es el tema. Aunque, por curiosidad y cierto morbo, para qué voy a engañarte, echándole un vistazo a su FB uno puede adivinar, con solo ver un par de posts, el curioso perfil de este empresario.
Y acabo. En el ejercicio de la profesión de restaurador, no creo que sea necesario aplicar otro código deontólogico que vaya más allá de garantizar un servicio correcto con una oferta gastronómica adecuada y respetar la condición y privacidad de los clientes, asegurando el bienestar y las óptimas condiciones del equipo de trabajo. En definitiva, aplicar el sentido común y los valores que hacen de los grandes cocineros-empresarios figuras de referencia: la honestidad, la profesionalidad y el respeto a las personas.
Pero cada quien es libre, en su casa, de actuar como mejor le parezca (siempre que esté dentro de esas normas que llamamos legalidad). Aunque eso te aleje de cualquier código que, para la mayoría de los restauradores, no es necesario tener por escrito porque se lleva en el propio ADN de la buena praxis de la profesión.
Tenemos un objetivo: Compartir conocimiento para crecer juntos y generar negocios sostenibles y felices.
Seguimos en contacto. Abrazos virtuales.
– La prensa ha acabado haciéndose eco también del ParrondoGate. Te dejo algunos enlaces interesantes a La Vanguardia, La Voz de Asturias y el diario SUR.