“Ya hace días que los hoteles pitiusos están bajando precios, a veces hasta un 50% y un 60%, respecto a los habituales durante los últimos veranos”, publica el Diari de Ibiza. Hoteles de cinco estrellas como Sir Joan, en el paseo marítimo, ofrecían en los dos veranos anteriores una habitación a un precio estándar de 800 euros la noche, mientras que ahora ofrecen una semana entera, con avión desde Madrid incluido, por 918 euros. OD Talamanca tiene la misma oferta, en su caso a solo 598 euros, es decir: a 85 euros la noche. Si dormir una noche en el hotel Me de S’Argamassa costaba el año pasado alrededor de 700 euros, este año puede hacerse por 399. “Según las estimaciones de los hoteleros, para el 12 de Septiembre sólo estará abierto entre un 12% y un 15% de los hoteles existentes”.
Se acabó. Esta ha sido la peor temporada de la historia de turismo en Ibiza. Pero déjame contarte cosas de esta isla que te inspirarán. Porque Ibiza, desde hace 6 décadas, no deja de crear conceptos turísticos, hoteleros y hosteleros que la han convertido – tal vez todavía Ibiza no lo sabe – en un motor de innovación en el sector turístico. Te lo cuento en este artículo.
La isla son tan solo algo más de 550 km², pero son 550 km² de magia pura. Ibiza, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, se encuentra a la misma distancia de la costa este de la península ibérica (justo frente a Denia), que de la costa suroeste de la isla de Mallorca, 80 km, y 3 km al norte de Formentera. Su desarrollo económico, iniciado en el primer tercio del siglo XX, se basa en el turismo, de ahí que no alcanzara sus máximos hasta los años 60 y 70.
Considerado en la actualidad como un destino maduro con una gran imagen de marca, Ibiza es, para mí, mucho más: es un epicentro creativo de conceptos – turísticos, de hospitalidad, restauración y ocio – que ha generado modelos globales, apostando por una estrategia de nicho psicográfico e innovación constante. Un laboratorio con un gran recorrido por delante. En este artículo te cuento por qué.
En la actualidad, en Ibiza están censados unos 145.000 habitantes (INE, 2018), de los cuales unos 50.000 viven en la capital de la isla (Ibiza ciudad). La longitud de costa de la isla es de 210 km, donde se alternan más de 40 peñascos e islotes. Las distancias máximas de la isla son de 41 kilómetros de norte a sur y 15 kilómetros de este a oeste, con una morfología muy irregular. Y es el paraíso en la tierra.
Una isla capaz de inspirar grandes ideas, una isla que ha creado, con su energía, varios de los conceptos turísticos y hosteleros más exitosos de la historia.
Ibiza contagia una apertura de mente inigualable y en este post quiero inspirarme e inspirarte con algunos de los conceptazos que se han parido sobre una toalla en la playa de Es Cavallet, comiendo bajo un cañizo en cualquier chiringuito, bailando al atardecer o haciendo el amor bajo las estrellas. En Ibiza, todo es inspiración. Volvamos al análisis (guiño).
Los años 30: En el principio, fue el turismo
El primer indicio documental de un interés por desarrollar una industria turística es la aparición de la guía Ibiza, Guía del Turista de Arturo Pérez-Cabrero, editada en Barcelona en 1909 y con información bastante completa de los atractivos arqueológicos, históricos y paisajísticos que constituían el principal reclamo turístico. La Ibiza de los clubs y los dj’s vendría muchos años más tarde.
En este contexto, la década de 1930 fue decisiva para la industria turística y fue en estos años cuando surgieron las primeras infraestructuras hoteleras y cuando el turismo nació como tal (Inicios del turismo y actitudes de los residentes. El caso de Ibiza – España, 2014; José Ramón Cardona y Antoni Serra Cantallops). La creación de Fomento del Turismo (Fehif, 1933), el aumento de la afluencia turística a través de yates y cruceros y la inauguración de importantes hoteles en Ibiza ciudad, Sant Antoni y Santa Eulària, dieron el necesario empuje a la nueva industria.
Una particularidad de esta época es que los turistas no tenían una nacionalidad predominante y visitaban la isla en cifras no superiores a los 5.500 anuales. Los escasísimos visitantes que llegan a Ibiza en esta época son científicos, escritores, pintores, algún periodista y aventureros con la finalidad de explorar sociedades tradicionales.
Hasta bien entrado el siglo XX, Ibiza era totalmente desconocida como posible destino vacacional.
Pero eso estaba a punto de cambiar. Un dato curioso que da idea de la magnitud de la evolución del turismo en Ibiza en un siglo: si en 1928 eran 67 los coches que circulaban por las carreteras de la isla, en 2019 lo hicieron 146.000. La cifra se ha multiplicado por 2.179 (sí, has leído bien) en el plazo de cien años y no presenta visos de frenarse. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Empieza la leyenda.
Volvamos a los años 30 del siglo pasado, primera época decisiva del turismo para la isla. En esos tiempos, Ibiza ya contaba con el Hotel Montesol (hoy Gran Hotel Montesol Ibiza, Curio Collection by Hilton), el más antiguo de la ciudad y lugar donde nació la primera Oficina de Turismo de la isla. Este símbolo histórico y cultural fue alojamiento y comedor para los pasajeros de los cruceros de Barcelona y Mallorca y para los intelectuales y artistas, que encontraron en la ciudad un refugio creativo desde la década de los años 30 y que situó a Ibiza en el mapa internacional en la década de los 60, atrayendo a la isla a espíritus libres como Pink Floyd, Antonio Escohotado, Orson Welles, Clifford Irving y, más recientemente, Roman Polanski o Carolina de Mónaco, entre otros. Desde su privilegiada situación, a 20 metros del puerto y con su fachada con porte de gran hotel colonial, el Montesol ha sido y es protagonista y testigo de todo lo que ha ido sucediendo en la isla durante más de 80 años.
La contienda nacional (1936-1939) paralizó el crecimiento de la actividad turística en la isla – al igual que en todo el país – apenas seis años después de su inicio. También de esta época data un cambio de liderazgo en cuanto a zona turística en la isla: las consecuencias de las decisiones regulatorias – en este caso, una relajación de las mismas – hizo que el liderazgo que había tenido la capital en los años treinta se perdiera en favor de Sant Antoni. El hecho de que en 1936 los guardias destinados en la zona y el Ayuntamiento de Sant Antoni hicieran todo lo posible para que la guerra tuviera el mínimo impacto en el municipio, permitió que sus establecimientos permanecieran abiertos y las normas referentes a la moral pública se relajaran enormemente.
En este periodo de crecimiento, esta relajación de moral permitió que hasta 1960 la bahía de Sant Antoni de Portmany concentrara entre la mitad y dos tercios de las plazas y casi monopolizara el crecimiento en plazas y en turistas, debido a que la situación era diferente con Ibiza ciudad en lo que a restricciones morales se refiere.
Los años 50: Ibiza ante su primer BOS
A partir de 1950, según publican José Ramón Cardona y Antoni Serra Cantallops en volumen 12 de la Revista Pasos (Historia del turismo en Ibiza: Aplicación del Ciclo de Vida del Destino Turístico en un destino maduro del Mediterráneo, 2014) el sector turístico recupera y continúa por la senda que había iniciado antes de la Guerra Civil. Para competir con Mallorca, “la industria turística ibicenca orientó la mayor parte de sus esfuerzos en ofrecer un producto diferenciado”. Para ello, se recurre a explotar el encanto de Ibiza. Aumenta la oferta de plazas, regresan los artistas e intelectuales y aterrizan los beatniks (contracultura surgida en Estados Unidos, antecesora de los hippies, y caracterizada por la admiración por los autores de la generación Beat).
Los turistas de esta época poseen el mismo perfil de la fase anterior pero predominan los franceses. El primer Blue Ocean Strategy del destino. En la década de los 50, la diferenciación con Mallorca marca la psicografía de cliente a la que se dirige el destino.
Cuatro decisiones políticas hicieron posible el boom turístico a partir de esta década: la apertura del aeropuerto de Ibiza en 1958, la aprobación de diversas leyes de ámbito nacional que simplifican los formalismos de entrada en el país en 1959, la devaluación de la moneda española y una cierta apertura de España a capitales exteriores.
Los años 60 y 70: More y el movimiento hippie
Los idílicos 60 de locales mezclándose con personajes variopintos llegados de todo el mundo nos llevan a la Ibiza de los hippies, un movimiento que comienza en San Francisco, se extiende rápidamente y llega a Ibiza, que se convierte en un pequeño paraíso donde se mezclan personas, ideas y culturas de diferentes países del mundo.
Ibiza era por entonces un reducto natural, virgen, puro, siempre envuelto en un aire mágico, donde todo estaba permitido con una mezcla de libertad y de misticismo. “La isla era nuestra”, asegura Carlos Martorell, uno de los primeros relaciones públicas del mundo, impulsor de la fiesta “Flower Power” de Pachá y uno de los personajes más poliédricos de la sociedad ibicenca: “Yo organicé las inauguraciones de Pacha, Amnesia (cuando dejó de ser un sitio de música en vivo y se convirtió en discoteca, yo fui a Nueva York a comprar los discos), Charlie Max (ya desaparecida) y KU (con mi fiesta premonitoria, hace 41 años, “Funeral por el Mediterráneo”, hoy es Privilege). Antes de abrir Pacha, en Lola’s hice la fiesta Blanca”. También es escritor de la novela Réquiem por Peter Pan, donde hace su fotografía de la eclosión y el declive de esta tribu, la foto de un observador perspicaz que describe una época llena de contrastes. Martorell afirma, en esta entrevista para el portal oficial de turismo de la isla, que Ibiza era “el grupo de gente impresionante que vivíamos en una isla virgen y nudista. Era gente guapísima, gente hippie y cosmopolita, nos sentíamos como una gran familia en la que podíamos hacer lo que quisiéramos”.
Entre finales de los sesenta y principios de los setenta se produce la dispersión de los hippies por el mundo, siguiendo una ruta de oeste a este. La ruta hippy empezaba en San Francisco y llegaba a la India pasando por puntos intermedios como París, Creta, Marrakesh, Goa o Estambul y, en el caso de Ibiza, si a la posibilidad absoluta para vivir en libertad le sumamos un enclave geográfico envidiable, el clima y el mar, la belleza natural de la isla, la conservación de una ciudad antigua intacta y con vida y le añadimos un coste de vida bajísimo, entendemos por qué se convirtió en un imán irresistible para artistas, bohemios y bon vivants del planeta en el top de los destinos hippies de la época.
Un claro posicionamiento que le marcará la identidad como destino en sus futuras reinterpretaciones.
En los 60 soplaban vientos favorables para la isla y para su visibilidad como destino especial, e Ibiza se convierte también en el set de rodaje de varias películas importantes como Hallucination Generation(1967), Zarabanda bing bing(1966) – que en nuestro país se llamó La muerte viaja en baúl – y 3S3, agente especial(1966), filmes en los que se muestra como lugar paradisíaco, el típico pueblo marítimo, pesquero y también muy rural, lo que la convertía en un destino con una singularidad única, con un clima envidiable y paisajes maravillosos, con una vida hedonista llena de excesos y mucha fiesta. Pero fue More, una peli dirigida por Barbet Schroeder y estrenada en la sección ‘Semana de la Crítica’ del Festival de Cannes de 1969 – y que no se estrenó en España hasta 1977 a causa de la censura franquista – quien puso a la isla como destino predilecto del movimiento hippie y de la contracultura de finales de los 60.
More está basada en una relación de su director con una novia que había dejado la heroína y a quien le insistía en volver a la droga, no lo hizo y la relación terminó. A partir de ahí, incorporó otros elementos al guión – cosas que ocurrían en Ibiza, nazis prófugos que se ocultaban en la isla bajo la apariencia de honrados y ejemplares empresarios de hostelería, personajes que adoptaban identidades cambiantes y en permanente transición, camaleónicos… – que hicieron de la cinta una cinta memorable.
Ibiza, según Schroeder, era el lugar donde se vivía la verdad de una gran mentira. ¿Lo sigue siendo 50 años después?
La cultura hippie encuentra en Ibiza un pequeño paraíso. Como en los primeros años del siglo XX, comienzan a llegar pintores, artistas, fotógrafos, intelectuales… de todas partes del mundo. Alojados en casas de campo, forman comunas y comienzan a ganarse la vida fabricando sus artesanías – así fue como surgieron los mercadillos – haciendo de la isla un lugar particular que empezó a atraer el interés global.
A partir del boom del turismo se da una nueva orientación a la economía local, transformando la estructura agraria en estructura de servicios: se construyen multitud de hoteles y apartamentos, y las Pitiusas pasan a convertirse en uno de los principales focos de atracción turística del Mediterráneo. Ibiza, con unos diez años de retraso, sigue el ejemplo de Mallorca en su desarrollo turístico: fuertes concentraciones hoteleras y residenciales al borde del mar y recurso a la financiación extranjera en ausencia de financiación estatal.
Tras las mejoras del transporte marítimo y aéreo, se produce el boom de la década que va de 1964-1973, con una gran aceleración del crecimiento de la oferta y del número de turistas. En este periodo tienen lugar la aparición del empresariado hotelero contemporáneo y un gran desarrollo urbanístico, en un escenario de elevados incrementos anuales tanto en la oferta turística como en la llegada de visitantes. Finalmente, la crisis del petróleo hace sentir sus efectos y de 1974 a 1976 cambia la tendencia. No hay bajada pero se detiene el crecimiento debido, principalmente, a la incertidumbre de la crisis, aunque los cambios políticos que vivió España en esos años es probable que influyeran. ¿Nos suena la película?
La década de los setenta fue una continuación de las tendencias de la anterior década, pero con varias peculiaridades: el crecimiento del volumen de oferta y de llegadas de turistas es más lento, se finiquita el fenómeno hippie, se produce un cambio de régimen político en España y vivimos la primera crisis económica desde la posguerra.
La industria va tomando mucho peso y se crean nuevas instituciones para organizar la oferta del sector, así como aparecen las primeras voces que piden la limitación del crecimiento.
La creación del concepto “Club”: Gracias Pacha por tanto
En este momento, durante la década de los 70, Ibiza se reinventa otra vez inventando la noche.
Surge la primera oferta de discotecas de la isla, como continuación de los pubs y salas de fiestas de los años 50 y 60. Las fiestas hippies y el buen rollo de una generación de jóvenes libres se traduce en un nuevo modelo de negocio. El modelo que marcará definitivamente el futuro de la isla como destino turístico. Es el 3 de julio de 1973, cuando Urgell expande su negocio a Ibiza. Las cerezas rojas de uno de los templos más adorado por millones de clubbers en el mundo iluminan el cielo de la isla.
Pacha abrió sus puertas en un local en las afueras de la ciudad, con aspecto de casa de campo ibicenca, y fue el primero de los múltiples clubes nocturnos instalados en la isla. Nada volvería a ser lo mismo.
Ricardo Urgell iba a inventar la noche ibicenca, la noche de fiesta, la fiesta… y a hacer de sus cerezas y la marca Ibiza un maridaje universal. Unos años más tarde llegarían Amnesia – una casa payesa construida en el siglo XVIII, alquilada por Antonio Escohotado en 1976 y que se transformó en discoteca; al principio celebraba fiestas hippies pero, una vez “desterrados” estos de la primera línea de isla, pasó a organizar fiestas de rock, disco y música electrónica –y KU en 1978 – que se se convertiría en la discoteca más grande del mundo y que se popularizó rápidamente, pues hasta entonces los clubs ibicencos eran de mucho menor tamaño y no tenían sus capacidades ni su ambiente (disponía de jardines, terrazas, piscina, instalaciones deportivas y un restaurante de calidad, y pronto atrajo a gente de todas partes del mundo, sobre todo ingleses que huían de las férreas normas contra los clubs que había implantado Margaret Thatcher) – para empezar a escribir la historia de amor entre Ibiza, la noche, la fiesta y la música.
Discotecas al aire libre, fiestas temáticas, sonidos electrónicos, merchandising y la capacidad de transformar a los clientes en un gigantesco club de fans global, cuya religión es la playlist del verano y su sacerdote, el dj. Espacios de ocio con música pero también con restaurante, terrazas, espacios diferenciados… Efectos audiovisuales, podiums y gogo´s… Una generación formada por los pioneros de la noche ibicenca, quienes inventaron un modelo de negocio que ha sido de altísima rentabilidad durante muchos años e incluso se ha exportado, con negocios que se han convertido en love brands para una psicografía de consumidor: los clubbers del mundo.
El secreto de su éxito residía en saber combinar espacios abiertos con los enclaves más o menos aislados de la población urbana, lo que le daba a todo una sensación de oasis o universo alternativo. Cada noche era un evento mágico y totalmente diferente en estos templos de la libertad autocombustible y los paraísos artificiales, donde nadie podía decirte nada si decidías acudir desnudo a una fiesta de disfraces.
Otro gran hit de esta época es la moda Adlib: una herramienta de identidad, creada en los 70 con influencias del movimiento hippie e inspirada en los vestidos de las Pitiusas, un estilo autóctono que cautivó a los recién llegados y a la princesa serbia Smilja Mijailovitch. Ella fue la encargada de impulsar esta forma de vestir por medio mundo. Así, sin ser consciente, la isla se posicionó en tendencia de moda impuesta por las prendas que formaban parte de su tradición. Con Mijailovitch, la primera embajadora internacional de Ibiza, llegó el glamour y la primera proyección internacional que posicionó a la isla como un destino diferente. Un mosaico de hippies y de pageses en feliz convivencia daban a Ibiza una singularidad única en el mundo. Por las calles empedradas de Vila se mezclaban las ibicencas en sus trajes típicos y visitantes liberales con la filosofía de “haz el amor y no la guerra” pintada en la cara y vestidos de blanco Adlib.
Y sí. La idea, además de ser un buen modelo de negocio que hoy con el e-commerce debería reactivarse, fue en su momento una gran estrategia de promoción: en 1975 Vogue se desplazó a Ibiza para realizar un reportaje sobre la Moda Adlib con Ursula Andress, una publicidad excelente no solo para la moda si no también para la propia isla. La moda se convertía así en un medio para conseguir publicidad gratuita de la isla en medios nacionales e internacionales. No hay que olvidar que fue el propio Ministerio de Turismo el que la impulsó económicamente.
La moda Adlib apoya la imagen de marca de la isla, le da identidad de destino – un look & feel estético, hoy tan valorado en Instagram – y fue una gran apuesta liderada por la mente visionaria de Smilja Mijailovitch.

Ibiza es un destino amado, deseado y reservado desde todos los puntos del mundo. A partir de ese momento, el incremento de la llegada de turistas anima a una rápida reconversión de los agricultores y pescadores en empleados del sector turístico. La comunidad local se vuelca de forma masiva en el nuevo sector como fuente de ingresos. Es el declive final del sector agrícola y ganadero de la isla. Llegan los 80.
EDM & Chill Out: BSO contemporánea
A comienzos de los 80 apareció un nuevo escenario en la música electrónica: el house. Emergió en Chicago y no tardó mucho en extenderse a las costas ibicencas donde, por aquel entonces, muy pocos dj’s experimentaban con este nuevo género. Ibiza absorbe esta tendencia y la hace suya. La electrónica entra en escena.
Pronto, Ibiza se convierte en el icono mundial de la fiesta.
Sí pero, para ser justos y contar con veracidad, la década de los ochenta empezó bien pero terminó mal. A finales de la década, una gran crisis comenzaba a cernirse sobre la isla, aunque sus efectos más desastrosos no se notarían hasta principios de los 90. La crisis que se produjo a finales de los 80 y principios de los 90 puede achacarse a un conjunto de factores diversos: los cambios socio-culturales, políticos y económicos que se produjeron en la sociedad, cambios en el tipo de turistas y sus comportamientos, el exceso de oferta de plazas registrado a finales de los 80, la degradación de la oferta… y todo ello agravado por la adversa situación internacional provocada por la primera guerra del Golfo Pérsico. A ello, añadiríamos el incremento de la competencia, consecuencia del crecimiento de la oferta en destinos turísticos emergentes.
Aún así, esta década la estrenó otro de los grandes conceptos. En los 80, también se inventaron conceptos nuevos made in Ibiza. El 4 de julio de 1980 abrió Café Del Mar y, desde entonces, el local se ha erigido como un idilio ibicenco. Es, comercialmente, una idea sencilla: disfrutar de los atardeceres de la bahía de Caló Des Moro mientras se escucha buena música – música chill out – y se toma una copa.
Desde 1994, el Café Del Mar ha editado cada año álbumes chill out, lounge, ambient, chill house y balearic beats con su selección musical, que refleja el ambiente ibicenco. En 1998 fundaron su sello musical y han vendido más de veinte millones de álbumes. Han creado una experiencia única con recursos naturales – rocas, mar, puesta de sol… – a los que suman el servicio de bebidas y una banda sonora original, inspiradora. Han creado un momento mítico que todo visitante de Ibiza quiere vivir, una experiencia memorable que genera miles de selfies en instagram cada año, donde se reconoce la costa de la isla, la belleza de sus puestas de sol y, cómo no, los inimitables toldos de la terraza del Café del Mar. Una idea sencilla, brillante. Un modelo que, en sus más de tres décadas de historia, ha abierto once franquicias en todo el mundo, en enclaves de gran potencial turístico como Río de Janeiro o Isla Mujeres (México).
En 1987 tomé el barco que me llevaría por primera vez a Ibiza. Cuando pisé la isla por primera vez, sentí una energía especial y única, una energía que 33 años después sigo sintiendo cada vez que toco tierra en la casa de Tanit. Llegué a una isla el verano del apoteósico festival ´Ibiza 92´, donde Montserrat Caballé y Freddy Mercury presentaron al mundo el himno Barcelona desde la discoteca KU. Quinientos millones de espectadores vieron ese espectáculo que convirtió definitivamente Ibiza en destino musical mundial.
En los 80, la isla acogió a Ian Dury, Spandau Ballet, Duran Duran, Suzanne Vega, Nick Cave, Nina Hagen, Chris Rea, Grace Jones, Alaska, Mecano, El Último de la Fila, King Creole and The Coconuts, James Brown… En los 80, Ibiza era un centro magnético que atraía a personas de todas partes, de todas las clases, tipos y corrientes. Gente universal. Y con ganas de pasarlo muy bien.
La isla se había convertido en un inmenso parque de atracciones para adultos amantes de la libertad: fiestas non stop en discotecas, vilas, barcos. Una experiencia única… accesible para miles de personas. Millones de ellas.
Durante los 90 y tal y como cuenta White Lines (Netflix), algunos empresarios del music business londinense – en plena explosión del underground – vieron en Ibiza el lugar perfecto para organizar sus eventos desde Londres y convierten Ibiza en una party island. Una nueva industria de viajes relámpago a la isla, con vuelos chárter y paquetes turísticos que incluían viaje y fiesta aparece, reinventando el destino. En estos años aterrizaron nuevas discotecas y una serie de grupos promotores musicales. Recuerdo las sesiones de esta década de Ministry of Sound (Pacha); Cream y Cocoon (Amnesia); o las increíbles sesiones de Manumission (Privilege, la nueva marca de KU).
En estos maravillosos 90, los dj’s adquieren un protagonismo sin precedentes y se convierten en rock stars. Las discotecas vuelven a ser (muy) rentables y se convierten en un gran negocio. Nace, junto con la Cultura de Club, un modelo como negocio turístico e Ibiza se posiciona en la lista como el principal referente mundial: las mejores producciones, los mejores dj’s, las gogós más espectaculares en un escenario de absoluta libertad y accesible a jóvenes de todo el mundo, que acuden a los clubs para disfrutar de las mejores sesiones a cielo abierto, bajo las estrellas de las noches de Ibiza. Pacha, Amnesia o Ku constituían reclamos turísticos de fama mundial, pilares de una marca de destino imbatible. Todo gira alrededor del clubbing lifestyle. Te contaré un poco más adelante quien creó “the next thing” para esta tribu.
En este contexto llegó Space (1989) con un elemento diferenciador con sus competidores, Ku Club (más cosmopolita) y Pacha (más glamourosa). Space era un lugar para todo el mundo, huía del famoseo e integraba a todos por igual en su pista de baile, con nada menos que 24 horas casi ininterrumpidas –pues cerraba solo entre las 6 y las 7 AM – de puro balearic beat junto a Platja d’en Bossa, muy cerca del aeropuerto (algunos solo venían a pegarse una fiesta de fin de semana en esta discoteca y después se volvían, sin ni siquiera llegar a pisar la playa).
KM5, construido sobre una casa payesa e inaugurado en 1995, con elementos decorativos tradicionales aunque entremezclados con otros más modernos, es un restaurante, un club, una zona de chill out y otra dedicada a la promoción de obras de vanguardia artística, principalmente local, con colecciones propias inspiradas en el ambiente ibicenco de los años ochenta que se pueden adquirir en su boutique. DC10 (1999) es uno de los pocos reductos que quedan en Ibiza con fama de ser underground: la imagen de los aviones pasando casi sobre sus cabezas está grabada en gran parte de los clubbers que han pasado por este club, que se ubica sobre un antiguo hangar.
Ibiza llama a la comunidad global de clubbers a sus fiestas: no importa quién seas, ni de dónde vengas. Ibiza está abierta a todo aquel que ame el sol, el mar y la música electrónica. Ibiza está abierta a todo y a todos, a cualquier postureo, a cualquier adicción. Ibiza inventa una estética propia que mezcla mil estilos, tiene su propio himno People from Ibiza (Sandy Marton, 1984) y unos conceptos imbatibles… Hasta que algunos destinos del Mediterráneo despiertan y ven con ojos amorosos el modelo Ibiza. Pero no reaccionarán hasta unos años más tarde.
A finales de los años 90, las autoridades de Ibiza deciden que las discotecas dejen de ser espacios descubiertos. Cuando cerraron Ku, Ku Beach y también Amnesia temporalmente, la gente que venía a estos locales dejó de venir a la isla. Ibiza quedó huérfana, sin rumbo ni dirección, en completo desconcierto. Las decisiones políticas impactan de gran manera en la industria del turismo, la hospitalidad y el ocio, lo sabemos.
Si de 1977 a 1988 se produce una expansión rápida, de 1989 a 1992 se registra la crisis más fuerte del sector en toda su historia hasta ese momento. Y creo que ya llebávamos unas cuantas…. En 1993 tiene lugar un crecimiento en el número de turistas más acelerado que en los años ochenta y a partir de 1994 se da una progresiva recuperación de las cifras de afluencia turística: el número de llegadas internacionales al aeropuerto de Ibiza vuelve a ser similar al registrado en 1987 (1.101.700 en 1987 y 1.189.100 en 1994), justo antes de la crisis. Es el periodo de mayores cifras de toda la historia y en el año 2000 se alcanza un máximo histórico. Los datos pertenecen al artículo ensayístico Historia de Ibiza, publicado por la Revista Pasos en 2014.
Durante esta fase, el perfil predominante del turista es el británico joven, con características de psicocéntrico, afición por las discotecas (principalmente en los ochenta) y clase social baja (principalmente en Sant Antoni).
En los 90 mejora cualitativamente la planta hotelera y el crecimiento en número de plazas se reduce al mínimo. Al entrar el siglo XXI, la evolución de la oferta se fundamenta en mejoras cualitativas y no cuantitativas. Entre 1993 y 2000, el crecimiento acumulado anual de las plazas turísticas no llegó al 1%. Además, el crecimiento se concentró en los establecimientos de gama media-alta. Las nuevas construcciones fueron escasas, pero las remodelaciones y las obras de mejora afectaron a la mayor parte de la planta hotelera, implicando en muchos casos un aumento de categoría del establecimiento. Después del año 2000 tiene lugar una tendencia caracterizada por oscilaciones en torno a los 1,8 millones de turistas anuales con perfil parecido al de la fase anterior.
Ibiza resurge, se expande y se multiplica. La isla, una vez más, se reinventa con una oferta turística de mayor calidad: mejores hoteles, mejores casas, mejores restaurantes, aviones y yates de lujo. Comienza a llegar en buen número un turismo de élite que antes tenía poca cabida en la isla, por falta de infraestructuras adecuadas. El dinero descubre Ibiza y… ¡Boom!
Siglo XXI: #AlpargataStyle & EDM versión Uber-Luxe
En el inicio de esta nueva década, las Pitiusas (y ahora, sí, incorporo a Formentera al discurso), vuelven a la gran pantalla. Lucía y el sexo es una cinta rodada en 12 semanas, con cámara digital y presupuesto de 500 millones de pesetas, entre Formentera y Madrid. Su director, Julio Médem, quería contar la historia de Lucía, “una mujer que escapa de algo trágico, buscando la oportunidad de ser nueva y cambiar su destino sin conocer su pasado”. En la película, Lucía (Paz Vega), una camarera de Madrid, decide viajar a una isla (Formentera); durante su estancia empieza a recordar los momentos más tristes con su anterior pareja, Lorenzo (Tristán Ulloa), un escritor de novelas que supuestamente está escribiendo una historia muy parecida.
Lucía y el Sexo es importante aquí porque se trata de una película que ha creado un destino en si mismo. Y si no… ¿Se lo preguntamos a Tripadvisor?

No era Ibiza, pero como si lo fuera. O no.
En estos últimos años, Ibiza acapara un gran volumen de noticias referente a la presencia de famosos y está añadiendo más glamour a su imagen previa. En consecuencia, el sector redirige la imagen de la isla hacia una combinación de libertad y vida alternativa – herencia hippie – con una imagen de sofisticación y lujo. El producto ofrecido no cambia, pero se busca orientarlo hacia segmentos de mayor poder adquisitivo.
En los 2000 la isla, que sigue apostando por el clubbing, ya es el referente mundial de EDM (Electronic Dance Music). Las sesiones de dj’s cobran cada vez mayor protagonismo y los dj’s ya son estrellas y fijan su residencia en la isla, transformándola en un escaparate mundial: Eric Morillo (recientemente fallecido en su casa de Miami, USA), Carl Cox, Sasha, Luciano y tantos otros… Los mejores dj’s del mundo convierten Ibiza en su particular campo de pruebas, tan apto para bautismos de fuego como para probar nuevos conceptos que luego exportarán a discotecas y macrofestivales de otros países. Toda esta actividad no solo capta a jóvenes clubbers de todo el mundo, sino también a la jet set internacional. Un posicionamiento similar al de los 70, con la atracción de la primera oleada de famosos a las noches ibicencas.
Los restaurantes suben de categoría y de precios. Los chiringuitos de playa se elevan a Beach Clubs. Lo que una discoteca facturaba antes en un año, lo factura ahora en la caja de una sola noche. El negocio del súper lujo se convierte en una mina de oro y los “concierges” ofrecen cualquier producto o servicio que pida el cliente, en una hiperespecialización al segmento ultra VIP.
Proliferan los chefs privados y los caterings que sirven a domicilio en villas y yates y que han construido una pujante oferta alternativa de la que no existen datos fiables sobre hasta qué punto muerde una buena parte del pastel. Ahora bien, nadie duda en Ibiza de que las grandes fortunas prefieren lugares seguros donde nadie puede fotografiarles ni difundir sus actividades. De ahí el auge de los chefs privados y de una profesión muy de moda en Ibiza: los ‘concierges’, que equivale a ‘conseguidores’, es decir, su misión consiste en convertir en realidad cualquier deseo de sus clientes.
Pero Ibiza identifica, tal vez de forma intuitiva y dejándose llevar por la energía de la isla, una mejor oportunidad en el segmento de un nuevo lujo, una nueva generación de visitantes que buscan la exclusividad, lo único, lo auténtico. Ibiza empieza a diseñar y operar nuevas experiencias a través de nuevos conceptos de negocio.
En 2004 se inaugura Atzaró – una antigua finca familiar reconvertida en hotel respetando la herencia histórica del patrimonio de esta finca centenaria – situado en el interior de la isla, con más de trece hectáreas de naturaleza en estado puro, uno de los pioneros en ofrecer este tipo de alojamiento de lujo en el interior de Ibiza. Atzaró representa un modelo de hotelería en completa armonía con el entorno natural que lo rodea, el lujo de la autenticidad. Un tipo de actividad turística en el que la experiencia del visitante está relacionada con productos vinculados con las actividades de la naturaleza, la agricultura, las formas de vida y las culturas rurales y la visita a lugares de interés. Estas actividades se desarrollan en entornos no urbanos, con baja densidad demográfica, en paisajes y ordenación territorial donde prevalecen la agricultura y estructuras sociales y formas de vida tradicionales.
Ibiza ha regalado al mundo otro concepto hotelero: el agroturismo boho chic de lujo de lifestyle mediterráneo, en lugares enclavados en maravillosos entornos mediterráneos en los que se respira el más puro aroma y esencia del mar Mediterráneo y alejados de zonas ruidosas y masificadas por el turismo tradicional, con todas las ventajas de situarse en una de las islas más bonitas y accesibles del mundo. Aislado en compañía y en un entorno idílico, con acceso a las mejores fiestas del mundo y a las calas más hermosas.
En el mismo año se inaugura Blue Marlin, al que siguieron una sucesión de aperturas de beach clubs con el mismo concepto: algunos son elegantes y sofisticados, otros con un estilo más rústico o tradicional, pero todos con estética instagram. Muchos de ellos son restaurantes de playa reformados para crear el mismo ambiente que un beach club, con vistas al mar espectaculares que combinan a la perfección con el estilo natural del #AlpargataLook o el #GoldLuxe, en zonas de sofás desde donde disfrutar de una puesta de sol única, sushi y marisco de lo más fresco, los platos más conocidos del recetario ibicenco y todo el catálogo de #InstagramFood, donde no faltan los cócteles de autor y música en directo con dj’s invitados y espectáculos con fuego, mercadillos con puestos de ropa y bisutería hecha a mano, clases de yoga matutinas, un bar de zumos, servicio de masajes, servicio de aparcacoches… Y gente muy guapa.
En 2006, una nueva generación de empresarios identifica nuevas oportunidades. En una clara apuesta por los dos modelos hoteleros más interesantes de la isla, los pioneros OD Group se hacen con la adquisición del Hotel OD Ocean Drive, en primera línea del puerto deportivo Marina Botafoch de Ibiza, y del Agroturismo OD Can Jaume, en las afueras de Ibiza ciudad.
El primero combina una perfecta ubicación y una conexión singular con el elemento que marca el ritmo del estilo de vida en Ibiza: la música. Y no sólo porque hospeda a dj0s de perfil alto de trabajo en la isla, sino porque el desayuno se sirve hasta las 16h y, si hace falta una mesa para probar una mezcla, OD Ocean Drive la sirve en bandeja. Y el segundo forma parte del grupo de privilegiados agroturismo Uberluxe de la isla.
2010 es una década prodigiosa para la isla, en la que va consolidando la capa de turismo súper lujo con más establecimientos que la posicionan como un destino extraordinario donde todo es posible. En 2011 Ibiza crea y lanza otro gran concepto global: se inaugura Ushuaia y su Ushuaia Experience se hace global, inmensa y obligada. La primera clubber experience.
Ushuaia inventa el “destino clubber” con un renovado y adaptado complejo hotelero alrededor. Sí, digo alrededor porque Ushuaia se articula alrededor de un escenario increíble: gigantescos bafles que cada tarde lanzan al mundo himnos electrónicos – y donde he podido disfrutar de las sesiones en plena puesta de sol, con el mar a mis espaldas y el dj delante de mí – haciéndonos enloquecer a todos en una psicodanza de David Gueta, Avicii (QEPD, otro de los grandes músicos que echamos de menos en las puestas de sol de Playa d´en Bossa…), Swedish Mafia, Martin Garrix, Armin Van Buuren, Martin Schulz, Bob Sinclair… con producciones cada temporada más espectaculares y legiones de fans agitando el merchandising gratuito de cada fiesta, pagando 18€ por un gintonic en vaso de plástico y compartiendo el momento en sus redes. Ushuahia es una de las joyas de la corona del grupo hotelero Palladium (antes Fiesta Hoteles, grupo Matutes).
Lo que fue una zona baratera de Ibiza, con un turismo de bajo nivel, se ha transformado por obra y gracia de una acertadísima visión en un destino por sí mismo, con una capacidad de atracción brutal, que ha pivotado la zona hacia un posicionamiento diferente. En mi opinión, mejor.
En los últimos tiempos, el alojamiento se ha diversificado: de la oferta clásica de la isla a nuevos conceptos como Nobu Hotel Ibiza Bay, a los pies de la bahía de Talamanca, que abrió sus puertas en junio de 2017 y se ha convertido en una referencia en destinos cinco estrellas de la isla; el Bless Hotel Ibiza, segundo proyecto de la nueva marca lifestyle de Palladium Hotels Group; el nuevo W Ibiza, de Marriott International; el Amàre, la marca cosmopolita de Fuerte Group Hotel; el 7Pines Resort Ibiza, mejor hotel de lujo “All Suite” de Europa por los World Luxury Hotel Awards; y Cubanito Ibiza Suites, solo para adultos y con un delicioso toque retro que transporta a la Cuba de los años 50.
O renovaciones como las de El Puerto Hotel Ibiza Spa, que ha transformado lo que hasta ahora eran apartamentos turísticos en un cuatro estrellas moderno y elegante; Fergus StyleBahamas, que se ha renovado totalmente para ascender también a la categoría cuatro estrellas; el hotel Boutique Spa Las Mimosas, una de las dos adquisiciones del GrupoMambo para esta temporada, con 11 junior suites y 6 suites; o Casa Maca, un establecimiento en pleno campo ibicenco y que presume de respetar la arquitectura tradicional de la isla al 100%.
Y cómo no, en los últimos tiempos y junto con las marcas hoteleras, los chefs aterrizan en Ibiza con ganas de subirse al podium de los rockstars: Paco Roncero, Sergi Arola, los Adrià, Berasategui… Ya sea con residencias o con bonitas cenas a cuatro manos – o a muchas más – están en todos los saraos gastronómicos que se organizan en la isla.
En Noviembre de 2019, el cocinero madrileño Álvaro Sanz Clavijo consiguió con su restaurante Es Tragón la primera estrella Michelin para la isla. Los inspectores de la guía roja no miran a Ibiza… De momento.
Pero Ibiza sabe que la gastronomía es una palanca para el turismo y, contagiados de la inspiración mágica de Tanit, aterrizan en la isla cocineros como Paco Roncero y Sergi Arola – los pioneros –, David Reartes, los Adrià, Ricardo Sanz, Nobu Matsuhisa, Rafa Zafra, Nandu Jubany… y los de aquí – José Miguel Bonet, Miquel Tur, Óscar Salazar, Miguel Llabrés – empiezan a encontrar un sitio. Se organizan eventos de visibilidad (Ibiza Fashion Bloggers, BrandVillage, Mercedes Benz Fashion Week Ibiza edition…). Gastronomía healthy, gastronomía trendy, gastronomía tradicional… todo cabe en esta Ibiza multicultural, abierta y con una capa de población flotante de interesante nivel adquisitivo, un cierto “savoir faire” y ganas de postureo. Ah si, Ferràn Adrià también debutó en Ibiza 😉
Penúltimo acto: Aterriza el gastroperformance en la isla. La extravagancia del dinero
En 2011 Pacha cambia de manos. Ricardo Urgell y responsables de Trilantic Capital Partners firman el 2 de Febrero de 2017 el acuerdo por el que el emblemático grupo de ocio pasa a manos del fondo de capital riesgo, en una operación valorada en unos 350 millones de euros. 44 años después de iluminar el mundo con dos cerezas y con una visión extraordinaria inventar la fiesta, el sueño se vende al capital riesgo. Nada volverá a ser lo mismo.
Nace Lío en el lugar que ocupó durante años la mítica discoteca El Divino, dando el pistoletazo de salida a una serie de establecimientos de gastroperformance enfocados a un público súper exclusivo, un espacio en el que tuvieran lugar, d forma armónica y magistralmente coordinada, el show más rompedor, el clubbing más aspiracional y una oferta gastronómica de cocineros con estrella.
Restaurante, bar, cabaret y discoteca, todo en uno. Y, además, con unas vistas geniales de Dalt Vila y del puerto de Ibiza. Un concepto que recurre a una temática como recurso creativo y narrativo cada año y con unas cifras hosteleras de impacto. Estas son solo algunas cifras – que he leído en algún lugar – que resumen la que se montaba cada noche en Lío Ibiza: 550 comensales, 500 kilos de langosta, 6.000 ostras, 5.000 botellas de champagne; 50 números musicales cada edición, 36 artistas en escena, 5 coreógrafos, 8 estilistas y 600 piezas de vestuario en ocho temporadas. Es el restaurante del grupo Pacha que más facturaba a nivel mundial cada temporada…hasta 2019. Además, Lío es otro de esos imanes de celebrities: Naomi Campbell, Lenny Kravitz, Beyoncé o Jay Z se han visto en la pista de Lío. Liderado por Ricardo Urgell, Lío inventa el cabaret del siglo XXI en Ibiza.
Sublimotion, en el Hard Rock Hotel – otra ida de olla made in Ibiza – fue inaugurado en 2014 para proporcionar una experiencia de inmersión audiovisual gastronómica, un concepto similar al utilizado en el restaurante Ultraviolet del cocinero francés Paul Pairet. A partir de 2015, el restaurante es considerado el más caro del mundo, con un precio medio de 2.000 euros por persona, en una única mesa para 12 comensales, ubicada en un comedor de 70 metros cuadrados y con Paco Roncero & friends a los mandos. El dinero tiene una mesa perfecta donde sentarse a degustar un nuevo lujo.
HEART nació en 2015 como la alianza de los hermanos Ferran y Albert Adrià y Guy Laliberté, fundador de Cirque du Soleil (quien en 2017 cerró la venta de la mayoría del capital de Cirque du Soleil por 1.500 millones de dólares a fondos de capital riesgo), apoyados por los dueños de Ibiza Gran Hotel, donde HEART se ubica. El menú de HEART – cena y espectáculo incluidos (con bebidas aparte) – tenía un precio de 215 euros en zona ‘Maine’ (platea 2) y 255 euros en zona ‘Premium’ (platea 1, más cercana al escenario principal) la pasada temporada 2019.
En su apertura, publiqué mi opinión sobre la propuesta, lamentando que hubiera podido ser el sueño ibicenco de dos genios pero se limitó a ser un espacio cerrado en vez de crear un concepto vinculado a lo más auténtico de la isla, para experimentar nuevos caminos gastronómicos en un entorno mediterráneo y singular, en un proyecto auténtico, único e irrepetible.
Estos tres conceptos responden a lo que yo llamo gastroperfomance: ese maridaje entre la gastronomía y el espectáculo. Una propuesta que quiere abarcar todos los sentidos, con experiencias de alto impacto. Potenciando todas las sensaciones y valiéndose de un discurso gastronómico en un marco difícilmente replicable, donde se ejecuta una experiencia única. Para gustos los colores. No he visitado Lío. No he visitado Sublimotion. Tampoco he visitado Heart.
Son propuestas y marcas que atraen la atención de medios, early adopters de un cierto postureo e influencers de comunidades adineradas. Son modelos de bajo volúmen –aunque de alta complejidad – y cumplen una clara función de generar visibilidad. Su impacto económico (aunque las cifras de sus menús asusten) es muy bajo. Negocios ancla para un público muy nicho, pero que adornan el destino con su toque de exclusividad.
Para no perder la tradición cinematográfica, Ibiza – que sigue teniendo mucho tirón como escenario – vuelve en esta última década a las pantallas. Primero, con la comedia romántica Ibiza (2018), rodada en su mayoría en Croacia y Serbia, ya que la película fue rechazada por el Consell d’Eivissa – por abusar de la marca Ibiza y por representar supuestamente una imagen estereotipada y desfavorable de la isla – y recientemente con White Lines, la serie de Netflix donde paradójicamente todo ocurre también en Ibiza, pero rodada al 90% en Mallorca.
La hiperespecialización en el ocio: Clubbing & Party Island & Lots of Money
Desde los 70, Ibiza viene perfecccionando el Clubbing Tourism: de las antiguas casas payesas al aire libre con música en directo – probablemente con más de jam session que de producción profesional – al paraíso de las fiestas diseñadas y ejecutadas por los mejores profesionales del mundo en los mejores espacios del mundo.
Ciertos puristas aseguran que Ibiza está a años luz de sus mejores registros y que dejó de ser el espejo en el que se miraban los demás clubes y festivales del mundo. ¿Por qué? Aseguran que debido a la llegada del turismo masivo de pasta, a quienes se les supone bajísimo nivel de cultura clubbing. Pero no puede negarse que el amplio porfolio de fiestas que se han ofrecido hacen de Ibiza un foco de creación de conceptos de ocio nocturno con verdaderas love brands esculpidas a base de mezclar estéticas potentes y sonidos radicales.
El pasado año, el puerto de Ibiza – la zona más glamurosa para empezar la noche –, la playa d’en Bossa y la localidad de San Antonio acogieron fiestas épicas en sus discotecas. No en vano la isla colocó en 2019 hasta 13 de sus locales en los World’s 100 Best Clubs, de la International Nightlife Association (INA). Ushuaïa Ibiza, DC10, Pacha Ibiza, Heart Ibiza, Lío Ibiza, Ocean Beach Ibiza, Café Mambo Ibiza, Bora-Bora Ibiza y Nassau Beach Club son algunos de los establecimientos en el ranking. También de la isla, Hï Ibiza – inaugurado hace dos temporadas en lo que fue Space – se coronó en 2018 con el Golden Moon Awards al mejor club del mundo.
Pero uno de los ganchos de Ibiza no son los visitantes anónimos. Ibiza es la foto de verano de los famosos, Ibiza es la isla aspiracional. Ibiza es el must de las celebrities cada temporada.
Aunque la mayoría de ellos pasan sólo algunos días al año en Ibiza – normalmente en verano, cuando la isla se llena de rostros conocidos – muchos tienen también casas en la isla y fincas que suelen ubicarse en privilegiados espacios frente al mar. ¿Quiénes se reúnen en la ‘isla bonita’? Magnates, actores, cantantes e incluso diseñadores llegan a este lugar en busca de privacidad, fiesta o tranquilidad y, sobre todo, lujo. Mucho lujo.
Muchas de las celebridades con casa en Ibiza son futbolistas internacionales. Muchos otros famosos pasan por Ibiza cada verano y son vistos con frecuencia en los reservados de los restaurantes más prestigiosos y en las zonas VIP de las grandes discotecas. Artistas internacionales como Leonardo DiCaprio, Adrien Brody, George Clooney, Orlando Bloom, Nicole Kidman, Justin Bieber, Matthew McConaughey, Kylie Minogue, Bono, Paulina Rubio… Y la celebrity que no falta – o no faltaba – cada verano, Paris Hilton, quien amadrina numerosos proyectos en la isla y ha tenido fiesta propia en Amnesia varios años (#Offtopic: ¿Para cuando las Kardashians?).
Las visitas de los famosos a la isla la mantienen durante meses en las revistas y programas del corazón, una visibilidad global impagable. Los paparazzi persiguen robados pactados en playas idílicas, chiringuitos glamurosos o mercadillos populares.
Y, aunque la mayoría – la gran mayoría – de nosotros llega a Ibiza en un vuelo lowcost (en mi caso, con tarifa de residente preferente), lo que se exporta como imagen es el lujo de los grandes yates. ¿Grandes yates? Me quedo corta. Los yates más espectaculares del mundo fondean en Illetas, Espalmador y atracan su poderío frente a la estatua de los corsarios, frente a las fachadas de las casitas del barrio de la Marina.
En los últimos tiempos y como botón de muestra tres locuras náuticas:
- El magnate estadounidense de la música y el cine David Geffen, un multimillonario que publicita en redes sociales a sus célebres invitados a bordo del Rising Sun, una mansión flotante que en verano tiene como base la isla y recorre distintos enclaves del Mediterráneo. El ‘Rising Sun’ fue construido en 2004 para Larry Ellison, fundador de Oracle, y costó 200 millones de dólares. A bordo y sobre aguas ibicencas podemos ver a Orlando Bloom, Tom Hanks, DiCaprio, Springsteen o Katy Perry.
- A bordo del Jay Blue, Leo Messi reunió en el verano de 2019 a su familia sobre las aguas cristalinas de Ibiza. ¿El precio del alquiler? Cerca de 20.000 euros diarios.
- ¿Un último ejemplo? El conocido dj David Guetta pasa – o pasaba – la mayor parte de su tiempo en Ibiza, así que no es de extrañar que haya dado un paso más y alquile siempre el mismo yate, el Lady Nag Nag, una joya que no muchos pueden permitirse. Este barco, que está valorado en cerca de 26 millones de euros, tiene capacidad para 12 invitados y lleva 13 tripulantes a bordo para garantizar la experiencia relajada que tanto caracteriza a los yates de lujo.

Como estos, a docenas han fondeado durante los últimos años frente a Illetas o Espalmador, en Formentera, y han regresado a la Marina Botafoch o al Puerto de Ibiza para desembarcar un pasaje dispuesto a quemar, literalmente, los reservados VIP de la isla durante la noche.
Hace unos días leíamos en Bloomberg que Croacia, Turquía y Grecia son los nuevos destinos preferidos de los dueños de mega yates que buscan vacaciones con vistas al Mediterráneo: “Con algunos países europeos volviendo a imponer restricciones para evitar otro brote de Covid-19, los ultra ricos están abandonando algunos de sus puntos de amarre tradicionales. Al menos 63 mega yates navegan ahora frente a Turquía, la mayor cantidad desde 2017 y una cifra muy superior a los 26 del año pasado por estas fechas”.
¿Hello Ibiza?
Y ahora… ¿Qué?
Los hoteleros de Ibiza han invertido más de 115 millones de euros en los últimos años para mejorar sus establecimientos, según los datos de la Comissió d’Ordenació Turística del Consell d’Eivissa. En el año 2016, las inversiones fueron de 55 millones, mientras que un año después la inversión descendió a los 34 millones. En 2018, el montante destinado a reformas fue de 24 millones de euros, que han supuesto un aumento de categoría de los establecimientos, pero no de plazas turísticas.
Más calidad, menos cantidad. Mejores establecimientos, menos carga turística.
Si al iniciarse el siglo XX sólo existían en la isla de Ibiza cinco pequeñas fondas que sumaban menos de 300 plazas, en 2018 su número se situaba ya en 100.000, teniendo en cuenta sólo las legalizadas. Las cifras demuestran que Ibiza y Formentera han pasado a ser un inmenso hotel donde todo se alquila a turistas, incluyendo furgonetas, caravanas, tiendas de campaña, balcones y barracas construidas con maderas. Teniendo en cuenta las ilegales, la isla de Ibiza tiene ya 150.000 plazas aproximadamente, es decir, una por habitante. Tal vez había llegado un momento muy loco.
La apuesta por el sector como industria clave en la economía de la isla parece clara: el destino funciona, los números son buenos, las perspectivas estupendas.
En los despachos, las creatividades para las fiestas de la nueva temporada 2020 estaban listas cuando 2019 finalizaba. En las cocinas, las pruebas para los menús de una (todavía) mejor temporada estaban listas con la vista puesta en la Semana Santa. Las reformas en el alojamiento estaban listas. Las aperturas 2020… impacientes por ver la (presuntamente) exitosa reacción del mercado. Y de repente, llega la pandemia y cambia las cosas. Y el modelo se cuestiona. Ibiza queda atrapada en un monocultivo del turismo y, aunque era el huevo de la serpiente desde hacía tiempo, el Covid19 ha puesto encima de la mesa la necesidad de volver a pensar, esta vez de una forma diferente, acerca del futuro del destino.
Los turistas gastaron 968 millones de euros en las Pitiusas durante los seis primeros meses de 2019 – cada persona que visita Ibiza y Formentera se gasta un promedio de algo más de 820 euros durante sus vacaciones y el gasto varía considerablemente dependiendo de la nacionalidad. Es el gasto turístico más bajo de los últimos tres años, por debajo incluso del que hubo en 2017 (980 millones de euros). El mayor descenso procede de aquellos turistas que contrataron alojamientos de mercado (hoteles, apartamentos o viviendas vacacionales legales).
Por el contrario, aumentó el gasto de aquellos que escogieron la opción de alquilar viviendas ilegales, por ejemplo a través de plataformas web, con un 33% más que la primera mitad de 2018. Este tráfico convirtió en 2019 al aeropuerto de Ibiza en el sexto de mayor tráfico, tanto general como de aerolíneas de bajo coste. En julio 2019 las instalaciones de Es Codolar gestionaron el paso de más de 450,000 pasajeros, por detrás – en orden ascendente – de Alicante, Málaga, Palma de Mallorca, Barcelona-El Prat y Madrid.
Esta es la única realidad: no volveremos a tener estos flujos en mucho tiempo. Las incipientes tendencias nos dicen que el modelo debe ser revisado: el ocio multitudinario pierde fuelle.
Competidores: Ibiza, you are not alone. And the Artificial Destinations are coming…
En territorio nacional, las aguas de Formentera parece que sustituyen en los últimos años a las de Ibiza como capital pituisa de los famosos; frente a los arenales de Formentera, las playas de Tarifa – el destino ‘boho-chic’ – ofrecen una propuesta más alternativa pero igual de paradisíaca y exclusiva; Sancti Petri, la nueva joya del sur – en la provincia de Cádiz – se está convirtiendo poco a poco en un destino vacacional de primer nivel de famoseo; y Marbella vuelve a estar de moda.
Entre la competencia exterior, siguen reinando los referentes clásicos.
Como Goa, destino conocido por las playas y el ambiente relajado, el polo fiestero de India. En ninguna otra parte del país como aquí hay una vida nocturna tan extravagante. Desde chiringuitos en la playa a discotecas y música en directo, hay mucho donde elegir. O Mykonos, la Ibiza griega, un paraíso para salir de fiesta ya sea en un yate con una fiesta VIP o a orillas del mar en muchas de las discotecas que no cierran hasta bien entrado el día. Con fiestas por el día en la playa y noches de discoteca, chiringuitos, clubs, bares y mucha música las 24 horas del día, Mykonos es la mezcla perfecta: es un destino de verano fabuloso con maravillosas playas, el sol constante, un ambiente relajante y fantásticas oportunidades de deportes acuáticos, a lo que sumar toda la fiesta que te dé la gana.
En el Mediterráneo, Croacia ha descubierto el modelo con dos destinos: la isla de Pag, al norte del mar Adriático, conocida por su espectacular paisaje de olivos, viñedos y bosque bajo y por una costa larga y escarpada llena de numerosas bahías y calas de aguas de color azul esmeralda. Para disfrutar de la fiesta croata,aquí encontrarás fiestas en la playa hasta altas horas de la madrugada, animadas por los mejores dj’s locales e internacionales. Además, la localidad de Novalja está llena de discotecas y bares de copas las 24 horas del día y una de sus mejores zonas, la playa de Zrće, está repleta de clubs y chiringuitos al aire libre en los que disfrutar en cualquier momento. Y la isla de Hvar, que durante el verano se transforma en un lugar de celebración que confluye a multitudes de todas las partes del Mediterráneo. Hvar, la isla croata más soleada y verde de la costa dálmata, es sin duda el destino del año para los clubbers y las fiestas, con bares de moda y cadenas de hoteles que surgen cada año. Grecia, además de la apuesta por Mikonos, también incorpora en este catálogo de Party Islands a Ios, la capital de la fiesta en Grecia, donde acude mucha gente joven en plan mochilero y hay muy buen ambiente. ¿El objetivo? Beber, ir de fiesta toda la noche y recuperarse en la playa. Más de lo mismo.

Y en Malta, además de sus atractivos naturales, históricos y culturales, hay decenas de clubes y excelentes bares. Paceville, ubicado dentro de la conocida población de Saint Julians, está repleto de clubs y discotecas en la que los dj’s internacionales acuden a animar las noches del verano. Y para finalizar este viaje por algunos de los competidores del modelo actual de Ibiza, mencionar a Chipre, una isla encantadora y muy bonita que posee rincones preciosos, pero también lugares para la diversión como Ayia Napa, una pequeña localidad de tan solo 3.000 habitantes que cuenta con 14 playas espectaculares y gran cantidad de clubs y bares. Mas y más de lo mismo.
Pero no sólo los destinos clásicos o los nuevos “hot spots” de las costas mediterráneas o asiáticas son una competencia para la isla blanca. Hay todo un nuevo “mundo isleño” que emerge, literalmente, en la industria. En 2012, Maldivas “reflotó” su oferta (literalmente) de nuevo): Five Lagoons fue en su momento el mayor desarrollo de islas flotantes del mundo, supuso una inversión de 775 millones de euros para levantar ocho millones de metros cuadrados en cinco islas con 700 viviendas pensadas para multimillonarios.
Y en 2014, este artículo de La Voz de Galicia nos daba una buena foto del panaroma de esa época: islas artificiales en Maldivas, Kiribati, Japón, Israel, México, Catar, Azerbaiyán, Turquía, Panamá… Hasta en España tuvimos la tentación de sacar adelante un proyecto parecido con La Luna, en Valencia, y estaba en el aire en esos momentos otro proyecto con firma española (pero con un concepto distinto de isla, claro): “el Real Madrid Resort Island, un complejo futbolístico-comercial en el desierto de los Emiratos Árabes bendecido por Florentino Pérez”.

La última incorporación es China con su proyecto Ocean Flower – una gigantesca isla con forma de flor ubicada en la provincia de Hainan que lleva construyéndose desde 2012 y que, con 8km2 de superficie es una de las islas artificiales más grandes del mundo – aunque no hay que menospreciar el esfuerzo que durante décadas – sí, décadas – han hecho otros destinos como Mónaco, en plena expansión del modelo (planean expandir el contorno natural de la costa monegasca en 60.000m2 por el módico precio de 2.000 millones de euros).
O Dubai, con una creatividad basada en el habitual y predecible “glitter glitter” del destino; a sus ya famosas islas artificiales en forma de palmeras planea sumar un complejo llamado Heart of Europa, con seis islas temáticas: Sweden Beach Palaces, Germany Villas, Honeymoon Island, Floating Venice, Portofino Hotel y Côte d’Azur Resort. Heart of Europa estará a dos millas de la costa de Dubai y ofrecerá una variedad de experiencias culturales, gastronómicas y de hospitalidad de estilo europeo, a través de complejos turísticos, cafés, bares, boutiques y locales de entretenimiento, entre los que se contarán experiencias pioneras como el primer hotel submarino con gimnasio y spa, el primer hotel para bodas exclusivo, la primera calle artificial con lluvia del mundo, la primera experiencia de vida flotante y submarina o la primera plaza de nieve al aire libre del mundo; el proyecto, diseñado en 2008 por Kleindienst Group, supone la inversión de cinco mil millones de dólares.
El mismo Cancún, un destino estrella mexicano en el que viví unos años, es una colección de atolones artificiales. Este paper de Horacio Espinosa-Coria, El origen del proyecto turístico Cancún, México. Una valoración de sus objetivos iniciales a 42 años de su nacimiento, – que te recomiendo leer – lo cuenta estupendamente.

¿Cómo reaccionarán estos destinos ahora que entramos en la low touch economy? ¿Cómo pivotarán sus modelos de ocio de masas, basados en altos volúmenes? ¿Sabrán aprovechar su exclusividad? ¿Tomarán inicitivas para impulsar una estupenda ventaja competitiva? ¿Cómo? Te invito a leer el siguiente artículo. Y, mientras tanto, a que me cuentes en redes y en los comentarios cómo opinas tú que se podrá pivotar la experiencia.
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Tenemos varias citas, apunta:
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