¿Has oído hablar últimamente de Frank Mitloehner? Nueve años después de la publicación de una rectificación de este profesor a un estudio de la FAO relacionado con las emisiones y los sectores de actividad más contaminantes, los medios han vuelto a hacerse eco en plena vorágine verde y regresa a nuestras pantallas la confusión de la (des)información. Te pongo en antecedentes.
Durante una conferencia en San Francisco el 22 de marzo de 2010, el Dr. Frank Mitloehner señaló un error presente en el estudio La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El informe decía que la ganadería produce más gases de efecto invernadero que el transporte, lo que levantó una gran polvareda que produjo un importante seguimiento mediático.
El error se encontraba, según Mitloehner, en haber medido en la ganadería el impacto total (incluidos procesos asociados como la elaboración de fertilizantes o el cultivo de pienso), mientras que para el transporte solo habría medido las emisiones directas de los vehículos, olvidando su fabricación o la construcción de infraestructuras, solo tuvieron en cuenta las emisiones de coches, camiones, trenes y aviones.
La FAO reconoció inmediatamente su error, pero la afirmación inicial de que la ganadería producía el mayor porcentaje de gases de efecto invernadero ya había recibido una gran cobertura por parte de los medios.
Este profesor del Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de California, Davis, especializado en la medición y mitigación de contaminantes en el aire procedentes de la producción ganadera, incluidos gases de efecto invernadero, COV, amoníaco, sulfuro de hidrógeno y partículas, afirma simplificando, que “las vacas producen metano, y todos saben que es verdad. El metano es un gas de efecto invernadero muy potente, y todos saben que es verdad. Entonces, la conclusión natural es que las vacas son un gran problema para el cambio climático” (ironía). Dice también que “los nutrientes por ración de la carne superan a los de las opciones vegetarianas y, además, esos animales de los que obtenemos esa carne crecen gracias a alimentos que no son comestibles para los humanos”.
¿Cuál es su plan, entonces? Mitloehner cree en el ejemplo de países como Estados Unidos o Dinamarca. Por ejemplo, en los Estados Unidos, “solíamos tener 25 millones de vacas lecheras en 1950. Hoy solo tenemos 9 millones de vacas lecheras. Hemos reducido drásticamente la manada. Pero con este rebaño mucho más pequeño hoy, con los 9 millones, estamos produciendo un 60% más de leche. Eso significa que hemos reducido la huella de carbono de la industria láctea en dos tercios en los Estados Unidos entre 1950 y hoy”. Mayor producción, menor impacto.
Visto así, sus soluciones pasan por la implementación de un sistema veterinario, una mejor alimentación, una mejor genética, mejores tasas de reproducción, la vacunación básica y el tratamiento contra parásitos, mejoras en la alimentación, etc. Mitloehner afirma que estas medidas tendrán una mejora drástica sobre las tasas de producción.
Un sistema escalable
“Podemos hacer esto en todo el mundo y eso no significa que estemos exportando el modelo CAFO (Operación de Alimentación Animal Concentrada)”, afirma Mitloehner.
Algunas fuentes citan que fue aplaudido por la poderosa AFIA, la patronal de las industrias manufactureras de productos ganaderos y agrícolas estadounidenses. Que el estudio fue financiado por la Junta de Recursos del Aire de California, la Agencia de Protección Ambiental de California y el Programa de verificación de carne y que, desde 2002, Mitloehner ha recibido 5 millones de dólares en fondos de investigación, con un 5% del total de grupos de productos agrícolas, como los productores de carne de res.
Y tiene algún que otro detractor de su trabajo: la Johns Hopkins, por ejemplo, elaboró un estudio donde señalaba que Mitloehner no incluye, ni mucho menos, todos los procesos asociados a la ganadería que contaminan, dejando fuera el transporte de animales o los cambios en el uso del suelo. Sería uno de varios fallos presentes en el estudio de Mitloehner.
Del autor de frases como “La cría de animales más inteligente, no menos cría, equivaldrá a menos calor”, o “Producir menos carne y leche solo significará más hambre en los países pobres”, el Dr. Frank Mitloehner, te comparto este vídeo con lo más destacado de su investigación, donde desacredita cuatro mitos que aquellos que abogan por las “dietas basadas en plantas” utilizan para afirmar que la agricultura ganadera es una fuente importante de gases de efecto invernadero.
Te hablaba de política también porque, leyendo sobre el tema, me encontré que “Marta Peirano, la periodista que más está profundizando en ello, cree que existe una relación directa entre la industria cárnica y los movimientos de ultraderecha. En concreto, y Reuters lo confirmó, la campaña electoral de Bolsonaro en Brasil estuvo financiada por esta industria”. ¿Casualidad que estas informaciones refloten en España ahora, en pleno auge de la derecha? Toros, carne, tradición, ultraderecha. El chiste se cuenta solo.
En la época de la (des)información, uno debe saber dónde parar antes de caer en la paranoia conspiratoria con la que los titulares nos amenazan a diario para ganar un click. ¿O no?
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