Si hablamos de futbol, en este país todo aficionado es un entrenador en potencia. Y si hablamos de gastronomía, todos entendemos mucho de todo. De producto, de técnicas, de emplatados. Todos hablamos de setas en otoño y de gazpacho en verano, de restaurantes estrellados y de menús de increíble calidad-precio.
La gastronomía está de moda. En la tele, en la radio, en las revistas y on line. Hablamos de Dabiz Muñoz como si fuera colega de toda la vida y de los Roca, como si fueran amigos de la familia. Hablamos de restaurantes que, según nuestro criterio (y la experiencia que hemos tenido) son buenos, malos, regulares o para no volver nunca más. Posteamos recomendaciones que llenan los muros del Facebook de fotos de comida. Instagram es un buffet libre de hashtags y close up’s de platos.
Los cocineros os habéis convertido en chefs, los niños ya no quieren ser futbolistas, bomberos o astronautas, quieren ser chefs como Jordi Cruz o Samantha, y salir por la tele. Hay escuelas y talleres de cocina en cualquier ciudad.
Las vacaciones y días libres son un gastro-marathon. Hay que ir a los sitios que referencían los blogs, los amigos y los suplementos dominicales.
En Barcelona, donde la gastro-burbuja hace tiempo que asusta a algunos y atrae a otros, los cierres y aperturas de locales van a un ritmo trepidante. Hay gente oportunista que quiere sacar tajada y hay otros que trabajan duro cada día para abrirse un hueco en el mercado o consolidar su establecimiento. Hay una legión de familias dedicadas a dar de comer y beber a un público cuyo perfil ha cambiado mucho en los últimos años.
Es un panorama estresante para el sector, donde la carrera del producto de temporada, la importancia del KM0 y la presión del cliente por el fresco fresquisimo, rico riquísimo, servicio
impecable y precio imbatible son la soga que ahoga muchos negocios con solera y otros nuevos cargados de ilusión.
La competencia feroz, la política de ventas basada en las ofertas y descuentos, la dependencia de canales de venta comisionables online atrapan en tierra de nadie a muchos negocios.
Tal vez sea el momento de parar, respirar, analizar y no dejarnos llevar por esta bola de nieve en bajada que nadie sabe hacia donde va.
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(Foto www.peakprosperity.com)